Una Osa Gris Gigante de Tres Metros de Altura, cuento.

 

Pasear y ver a la gente alrededor de mí, despertando su curiosidad y a la vez temerosos manteniendo su distancia, necesito mi espacio vital.

 

Moverme a cualquier lado sin ningún miedo, sin ningún miramiento, llena de calma y de vitalidad, caminando con pasos pesados pero suaves, las huellas profundas… que el piso retiemble cuando pase por cualquier lado, cuando pise el centro del universo.

 

Gigante me incorporo en dos patas, mi mirada por encima de todos alcanzando a ver y distinguir sin conjeturas quién es el pusilánime que cometió traición y cortarle la cabeza; desollarlos antes que seguirlos topando, acabar de una vez por todas! Decisiva a atacar cuando alguien me moleste, cuando alguien me traicione, cuando alguien me rompa el corazón, cuando alguien me mienta, cuando alguien me haga retorcerme de dolor, de enojo y me haga vacilar de mi misma. Cuando alguien simplemente es de ese tipo de gente indeseable…

 

Y desde ahí corro tras de ellos, disfrutando su angustia de ser tocados por la mirada dura de una osa enfadada, juzgados y atrapados. Correr a pasos agigantados sintiendo el viento en mi pelaje gris sedoso y brillante, con las pupilas dilatadas, gruñendo anunciando el festín. Pobres mortales!

 

Lanzo la primera garra tirándolos al piso entre mis dos patas frontales. Levanto mi cabeza abriendo el hocico para clavar mis colmillos en su cráneo y los levanto cual muñecos de trapos al aire. Los vuelvo atrapar dando un salto  y justo caen sus entrañas en mi hocico partiéndose en dos, sacudo la cabeza de un lado a otro y brotan sus órganos vitales, me quedo con un pedazo de abdomen en mi boca y de él sale el intestino que conecta al resto del cuerpo. Me da risa, pues si lo jalo se ve chistoso arrastrarlo por el piso, desarticulado, subiendo y bajando por las banquetas, pasando por los hoyos de las calles, en los topes!  Jajajjaja atorándose de vez en vez en algún poste, en la vuelta de una esquina, me subo a los puentes y ahí va el cuerpo cuesta arriba rebotando la cabeza escalón por escalón, bajo el puente y va cuesta abajo rodando jajajaja!

 

Llego a mi cueva, me tumbo cansada dejando caer el gran peso de una hermosa osa gris, pongo mis dos patas delanteras una encima de otra y recargo mi cabeza en ellas (las puntas de mis garras y hocico están rojas de sangre).

 

Mis ojos comienzan a caer de cansancio frete al cuerpo y duermo y sueño en otrora con éste o ésta que maté, como si hubiera tragado hongos alucinógenos en el campo, todo en el sueño está vivo y lleno de colores en la ensoñación de un momento mejor, placentero.

 

Despierto confundida y me pongo un momento a contemplar ese cuerpo. Veo ese cuerpo inerte que algún día sentí simpatía por él, que algún día lo amé, algún día confié en él. Me decido a levantarme para arrancarle las extremidades suave y lentamente. Mis lágrimas caen sobre su carne roja brillante, sollozo sobre su cara que ya no tiene mejillas, ni boca, ni nariz, ni ojos. Me lo como si es que mi amor fue tan grande o lo desgarro y lo deshecho si es de esa gente indeseable.

 

A los días pronto lo olvidaré y me pasearé tranquila por el bosque y la ciudad. Caminando a paso lento, mi lomo gris plateado se vuelve tornasol a la vez que meneo mi cadera y mis omóplatos de un lado a otro, paso a paso. Parándome de vez en cuando a dos patas viendo el horizonte, calculando la tempestad. Todo en relativa serenidad hasta volver encontrar a ese alguien en donde reposar mi centro de gravedad.

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